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48 – Poema número 20 de Pablo Neruda

    Poema nº 20 de Pablo Neruda

    El «Poema número veinte» de Pablo Neruda perteneciente a su libro «Veinte poemas de amor y una canción desesperada» publicado en 1924. Esta obra marcó un hito en la poesía amorosa del siglo XX.

    Con un tono melancólico y nostálgico, el Poema 20 es un canto al amor perdido, al recuerdo imborrable de alguien que se ha ido, pero cuya ausencia sigue dejando huella. Con su célebre verso “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”, Neruda logra transmitir la profundidad de la tristeza, el amor que se desvanece y la memoria que permanece…

    Este poema ha sido leído, interpretado, cantado y sentido durante generaciones, consolidando a Pablo Neruda como una de las voces más influyentes de la poesía universal. No puedo evitar sumarme yo también a este grupo de enamorados recitadores.

    Poema 20 de Pablo Neruda

    Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
    Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
    y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».
    El viento de la noche gira en el cielo y canta.
    Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
    Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
    En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
    La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
    Ella me quiso, a veces yo también la quería.
    Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
    Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
    Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
    Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
    Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
    Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
    La noche está estrellada y ella no está conmigo.
    Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos
    Mi alma no se contenta con haberla perdido.
    Como para acercarla mi mirada la busca.
    Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
    La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
    Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
    Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
    Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
    De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
    Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
    Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
    Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
    Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
    mi alma no se contenta con haberla perdido.
    Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
    y estos sean los últimos versos que yo le escribo.